miércoles, 8 de agosto de 2012

Cerrando círculos

Hace mucho tiempo leí un escrito sobre la necesidad y la importancia de ir cerrando círculos, cerrando puertas, historias, capítulos de nuestra vida. Decía algo así como que no podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, desprenderse. Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regreses será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.

A lo largo de mi vida he ido cerrando círculos. Algunos me han costado más que otros, y aún hay círculos de los que me cuesta desprenderme con facilidad, o de los que todavía no siento esa necesidad, porque todavía duelen, o porque aún los quiero presentes en mi vida, o porque tal vez todavía no tengo la suficiente fuerza o valentía para decir adiós.

Hace dos días cerré un círculo. Un círculo importante que me ha costado once años y que nunca creí que podría llegar a cerrar. Me encontré a media mañana con un sentimiento de profundo agradecimiento por todo lo recibido y deseando con todo mi corazón una felicidad plena y absoluta.
Alguien me dijo una vez que si el amor es puro y verdadero, desearás la felicidad total de esa persona, independientemente de si esa persona permanece a tu lado o no. Cuando deseas el bien y todo lo mejor para la persona amada, aunque vuestros caminos se separen, eso os hace a los dos más libres y más fuertes. Porque cada uno tiene que ser quien es.
Ya no duele recordar. Y eso es tan importante como el aire que respiro. Sólo me queda el agradecimiento. Dar las gracias.

"Gracias J. por despertar partes de mí que ni conocía. Gracias por desvelarme misterios y abrirme caminos. Gracias por el amor que he recibido. Por las enseñanzas. Por la pasión. Por el dolor. Por el ejemplo. Por hacerme creer en la magia. Por las alas. Por las llaves que han abierto puertas escondidas. Por la luz. Por tu sonrisa. Por la valentía. Por las risas. Gracias por creer en mí. Gracias por ser, en cierta manera, mi maestro.
Ahora sé que si algún día nos volvemos a encontrar podré mirarte sin que me duela, sin que me invadan los recuerdos y podré abrazarte para desearte lo mejor de todo. Lo único que verás será una mirada de profundo agradecimiento por todo lo que me has dado y un deseo sincero de que seas realmente feliz. Desde una serenidad absoluta podré mirarte a los ojos y preguntarte que qué tal estás. Y me sentaré feliz a tu lado a escuchar aquello que quieras explicarme."

Y los dos seremos más libres y más fuertes.
No olvidemos nunca que somos importantes. Que no hay nadie como tú en este mundo y nunca lo habrá. Cada ser es excepcional y único. No lo olvidemos. No lo olvides.
Círculo cerrado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario