Hace un año más o menos (día arriba, día abajo) empecé un nuevo proyecto de "patch" con ropas preciosas de colores otoñales. Decidí que iba a hacer una bolsa y lo mejor es que decidí que sería para mí (ya había hecho alguna bolsa antes, pero con la idea de regalarlas). Pues a ello me puse, con la ilusión y las ganas que le pongo siempre que empiezo un nuevo proyecto "quiltero" ("quiltero": palabra totalmente inventada por mí procedente de la palabra inglesa "quilt" que significa manta o edredón).
La idea era hacer la bolsa para estrenarla aquel mismo otoño (el de hace un año), pero como suele pasarme con el patchwork, la cosa se alargó un poco.
En general no me importa que los proyectos se me alarguen en el tiempo. Hay temporadas en que tengo muchas ganas de coser y cualquier rato libre que tenga, me pongo a ello. En cambio, hay otras épocas en que, ya sea por trabajo, por pereza o por tener la cabeza ocupada en otros menesteres, dedico lo justo e imprescindible. También hay proyectos en que no puedo dormirme en los laureles, porque son para regalar en cumpleaños o porque son encargos (familiares). Pero, en general, me lo suelo tomar con mucha calma.
La bolsa
"quiltera" de colors de la tardor se alargó en el tiempo...pero, además, me agobió más de lo necesario. No es difícil de hacer y no se utiliza ninguna técnica compleja, pero requiere paciencia y tiempo para hacer cada cuadrado (los empecé a coser a mano, y los acabé a máquina, harta ya de ver que no se acababan nunca) y para unirlos entre sí.
Tal vez me cogió en una época en que la paciencia brillaba por su ausencia. No lo sé. Lo que sí es seguro es que la cabeza sí que la tenía en otros menesteres...
A principios de este verano finalmente la acabé. Me ahorré hacer detalles innecesarios (bolsillo interior y otras gaitas). Sólo pensaba en acabarla por fin y perderla de vista durante algún tiempo. Se la quedaron (prestada) en la tienda donde me dan clases y la expusieron en el escaparate durante todo el verano.
Esta semana me la han devuelto. Tantas ganas que tenía de perderla de vista y lo contenta que estoy ahora de poder estrenarla y utilizarla!!
Hace tres meses la hubiera regalado a quien me la hubiera pedido. Hoy no me quiero deshacer de ella.
Ocurre con el patchwork. A veces, con la vida también. El hecho de sentirnos agobiados con algo, con alguien, con algún hecho o situación en concreto, o con la vida en general. Sentir que necesitas alejarte, perderte, esconderte, separarte de aquello que te supera, de aquello que te quita el sueño o el aire que respiras.
A veces sólo necesitas eso: un poco de tiempo, un poco de espacio, una cierta distancia. Es entonces cuando realmente puedes dar una valoración en su justa medida. Sin precipitaciones. Sin condicionantes. Sin arrepentimientos. Con la mente clara. Con el ánimo dispuesto.
Y es entonces cuando sobrevienen las sorpresas. Porque lo que antes equivalía a tres piedras más en la mochila, ahora se convierte en polvo de alas de hada...que te permite reparar de nuevo tus alas y realzar el vuelo.