lunes, 23 de abril de 2012

Ser primero de cordada...

En el argot de la escalada hay muchas palabras técnicas para definir el material utilizado, la técnica, la dificultad de la pared a escalar, el entendimiento con tu compañero de cordada...

Una cordada suele estar formada por dos personas: aquella que sube la pared de primero mientras el otro le asegura; y la que sube en top rope, o en segundo lugar, cuando la vía ya ha sido abierta.

Puede parecer lo mismo, porque total escalas ya sea en primer o en segundo lugar, pero no es así.

El que sube en top rope lo hace con una gran confianza, ya que es consciente que no existe peligro de golpearse gravemente ni habrá una real sensación de vuelo, ya que si resbala y cae, la cuerda evita que la caída sea larga. El nivel de estrés es menor. Y la disposición mental necesaria para escalar también es muy diferente.

En el caso del que sube de primero la cosa es muy diferente. Citando a Heidi Pesterfield: "cuando escalas de primero la vida queda reducida a pura simpleza. En ese estado concentrado, liberado tanto de distracciones internas y externas, redescubres tu capacidad innata para vivir el momento presente (...). Las emociones surgen y se disuelven según van entrando y saliendo de tu consciencia. La rabia, el miedo, la seguridad, el alivio...todas esas sensaciones se desvanecen en el pasado con la misma rapidez con la que emergen. (...) Escalar de primero supone un juego de exploración y descubrimiento. Las decisiones se toman de manera intuitiva, pues tu cuerpo obedece a un ritual de memoria completamente por su cuenta: colocar un seguro o seguir, reposar o no, moverse a la izquierda, a la derecha o destrepar un poco para volver a la reunión. Escalando de primero, dos aventuras nunca son iguales".

Extrapolando la escalada a la vida cotidiana, también podemos decir que nos podemos encarar a la vida de estas dos maneras: subiendo en top rope, o en segundo lugar, es decir, arriesgando lo mínimo posible, bien asegurados, siguiendo el camino marcado por otros, sin tener esa sensación de vuelo, de riesgo, de aventura...
o subiendo de primero de cordada, asumiendo riesgos y caídas peligrosas, abriendo vías para que otros puedan seguirlas, viviendo y concentrándote en el momento presente, explorando y descubriendo nuevos caminos o maneras de hacer las cosas, siguiendo el instinto, marcándote objetivos, improvisando, poniendo a prueba tu fuerza, tu resistencia, tu capacidad para resolver problemas o dificultades que no pueden ser pospuestos...

A lo largo de la vida podemos ir alternando las dos posibilidades. Hay épocas o situaciones que nos hacen ir a lo seguro, sin asumir riesgos, tanteando el camino antes de colocar el pie, o siguiendo una huella segura.
Otras veces sentimos la necesidad de volar, de apuntar alto, de seguir una ruta propia, de ser nosotros los marcadores de la huella que otros seguirán...

De cualquier modo, lo importante es, como mínimo, alternar... ya que si siempre caminamos por terrenos conocidos corremos el riesgo de perder la capacidad de decidir, de ser más libres, más auténticos, de conocernos mejor...dejamos la puerta abierta para que el miedo se instale en nuestra vida y tome decisiones por nosotros; nos lleva a la apatía, a la desconfianza, y a la paralización de nuestros sentidos.

Me vienen a la memoria unos versos de Manolo García: "Precioso tiempo tu vida ha de ser, preciosa perla rara"
Preciosa perla rara...

lunes, 2 de abril de 2012

Cuando dos se enfadan

Me estoy leyendo un libro de Francesc Miralles, 365 ideas para cambiar tu vida, donde propone ideas sobre aquello que podemos cambiar para mejorar nuestra felicidad cotidiana y la de los demás. Hay propuestas interesantes, que te hacen pensar; otras graciosas y curiosas; pero lo cierto es que ninguna te deja indiferente.
La propuestas 251 dice así:

Un relato tradicional cuenta que, en una ocasión, Meher Baba preguntó a sus mandalíes:
-¿Por qué la gente se grita cuando está enojada?
Los hombres pensaron unos momentos.
-Porque perdemos la calma -dijo uno-, por eso gritamos.
-Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? -preguntó Baba-. ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas cuando estás enojado?
Los hombres dieron algunas respuestas pero ninguna de ellas satisfacía a Baba, que finalmente explicó:
-Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.
Luego Baba preguntó:
-¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? No se gritan sino que se hablan suavemente, ¿por qué?... Sus corazones están cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña.
Baba continuó:
-Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se acercan aún más en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así de cerca están dos personas cuando se aman.
Luego Baba dijo:
-Cuando discutáis no dejéis que vuestros corazones se alejen, no digáis palabras que los distancien más, o llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontraréis el camino de regreso.