Entonces he visto mi bici (la de la foto) llena de polvo y con las ruedas desinfladas (de no usarla claro!) y he pensado en darle mejor uso...es decir, usarla.
Hace días que pensaba en eso precisamente...en coger más la bici para moverme por la ciudad. Lo que pasa es que antes quería probarla para ver hasta dónde era capaz de llegar (no fuera que en un arranque de entusiasmo y de sobrevaloración de mis capacidades la cogiera para ir a donde fuera y me quedara a mitad de camino echando los higadillos por la boca).
Y la verdad es que no ha ido nada mal. Hombre, no estoy como para apuntarme a la Quebrantahuesos, pero al menos, puedo salir del ruido de mi barrio y descubrir que no muy lejos de aquí hay lugares más tranquilos para bicicletear!
Eso sí, creo que estaré unos cuantos días sin poder sentarme con dignidad. Los que me veáis a diario no me lo tengáis en cuenta e intentar disimular (jeje)...y sobretodo no preguntéis!
Sin duda, alguien debería hablar firmemente y muy seriamente con los fabricantes de sillines para bicis... (¿alguno de ellos los prueba? Seguro que no, sino se plantearían muchas cosas...pero muchas!)
Y como me dijo el otro día un alumno de la escuela cuando le pregunté: ¿cómo se llaman los que van en bici?... Se me quedó mirando y con una seguridad pasmosa me contestó: Biciclistas!
Ahí queda eso.